Reconozco que hace bien soñar, hacer planes que esperas concretar en un futuro no muy lejano, y del que tengo certeza, será interesante...
Pero hay algo de temor que se me mete por entremedio cada vez que me permito volar hacia – lo más próximo - 4 o 5 años más.
Me veo saliendo de la universidad ¡por fin! Tras una larguísima batalla contra el clima, relieves, cartas topografías, en fin, geografía en general, me veo, de una vez por todas, en una sala de clases, tratando de que una tropa de niños no se pongan a dormir mientras les hago una clase sobre el sistema feudal en el Medioevo…
Me veo llena de planes, proyectos… y ahí está él, ese personaje que, por más que avanzo y avanzo en mi visión futurista, aun está ahí, pegado en mi vida.
Y naturalmente hay proyectos compartidos, sueños que nacen hoy y ¡porque no! Se transformas cada día en un nuevo plan a futuro. Lo curioso de todo esto es que no soy yo la que saca el tema a colación, digo, más seriamente. Lo más que me atrevo a decir es un “si” ante tanto plan que me propone, y más de alguna vez, me aventuro a redactar alguna oración que diga cómo me veo junto a él dentro de algunos años.
No me molesta la idea, para nada, porque si no es él, no es nadie, y sé que puede sonar obstinado, pero solo sé que es… el “pero” de todo este asunto es que, aunque suene como un futuro simplemente bello y realizable por donde se mire, aun así le temo… pues la imagen de profesora solitaria aun la tengo clavada en un lugar de mi mente, el llegar a una pequeña casa, sola, tener mis cosas, mi ambiente, sin mirarle la cara a nadie, el autismo que tanto anhelé desde que tengo 7 años, todo eso aun está ahí… lo mas chistoso de todo este asunto, es que se bien cuál es el origen, y nada menos que las culpables de todo son las mujeres mas cercanas a mí, las que se dieron el trabajo de criarme, de verme crecer… las mismas que desde pequeña me metieron en la cabeza esa idea feminista del mundo, que me hicieron visualizar la imagen de una mujer independiente y realizada, que no necesita de un hombre al lado para ser feliz, y que puede hacer lo que quiera, y que por supuesto, aquella que por no haberse casado ni formado familia, es alguien mucho más libre.
Se me ha quitado aquel estereotipo, sobre todo desde que vi una obra de teatro que mostraba a una señora ya vieja, que había optado por ese camino y termino sola, triste y acabada... pero aun no me puedo sacar el miedo a ver un anillo en mi dedo, el miedo a fracasar, el miedo a ser la vieja de historia amargada y descontenta, que llega a la casa a atender un marido flojo e hijos malcriados…
Pero, como dije antes, no es mi parte predominante la que ve aquel futuro horrendo…. Quizás, tengo suerte de tener a mi lado alguien que tiene el espíritu libre y soñador del cual me enamoré, que por supuesto tiene la parte racional que me aterriza cada vez que me quedo pegada cerca de las puertas de San Pedro, y que, como no, se atreve a hacer proyectos conmigo, mucho más de lo que yo me atrevería a hacerlos sola… y que si bien, estamos portas de llegar a un año en que los problemas no han estado ausentes, ya van como tres en que estamos insertos el uno en la vida del otro, y aunque intentamos por todos los medios de dejarnos a un lado, finalmente sucumbimos ante todo aquello que insistió en que caminásemos de la mano…
Al final… fuera de aquella parte con terror al compromiso… esta mí otra parte ansiosa por ver, no el final, sino que el comienzo de lo que podría ser una historia que valdría la pena experimentar.